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Allá Es grotesco que afirmen conocer la plena oscuridad. Ese pobre simulacro de tinieblas, que apenas vislumbran al cerrar los frágiles párpados, no es más que otra falacia de su Dios. La negra noche que sus novísimos cerebros imaginan es nuestra más luminosa alborada. Pocos, elegidos somos, los que podemos asimilar su intensidad, deglutir con ansiedad feroz y siempre inútil la maravillosa viscosidad que nos propone. Estamos cautivos en ella, y lo estaremos hasta que la eternidad se disuelva en su propia lobreguez. Y nos encanta. Porque la amamos. Y los vemos sufrir. Envidiarnos. Tan ridículamente anhelantes.
Autor: Scar Etiquetas: Scar
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