|
La rodeó como quien rodea una plaza: la gorda Rosario deleitaba los ojos como un budín, era tan pícara como una zorra y hacía cuatro días que pasaba, todas las santas tardes sin olvidarse de ninguna, por la misma esquina. Cuanto más calor hacía, más guerra quería la gorda. Estábamos en febrero y la térmica no bajaba de 35º, así que la situación en el barrio parecía transcurrir como si debajo de cada baldosa hubiera un tostador y pendiendo sobre nosotros, una condena a muerte por deshidratación. Rosario ansiaba, como ese sol achicharrante, derretirnos. Pero de pasión.
Autor: Baterflai Etiquetas: Baterflai
|
0 comentarios:
Publicar un comentario
<< Inicio